De Su Hijo Unigénito Jesucristo, el Salvador del mundo y nuestro Redentor, (Juan 3:16) y del Espíritu Santo, Consolador y don de Dios que da testimonio del Padre y del Hijo. (1 Cor.12:3) Estas tres personas componen la Trinidad. Las personas divinas son realmente distintas entre sí. Aunque los miembros de la Trinidad son seres distintos y con diferentes funciones, son uno en propósito, doctrina, eternidad, divinidad y amor, están perfectamente unidos para llevar a cabo el divino Plan de salvación de nuestro Padre Celestial. Dios el creador es el Dios de la alianza, que ofrece la salvación a todos los hombres mediante su amado Hijo Jesucristo el Mesías, el enviado del Padre que fue Investido con el Titulo de Señor con poder de salvar, prueba absoluta de su divinidad. (Éxodo23:21) (Éxodo 3:13-14) (Juan 8:28) En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. (Juan 1:1-2) el evangelio de Juan comienza revelando la divinidad y la preexistencia de Cristo que es la eterna Palabra de Dios, el Verbo que es Dios Hijo, Investido con toda la divinidad, amor, poder y autoridad de Dios Padre, pero diferente de Él, dada su condición de Hijo. Dios creo todo a través del Verbo, que es Cristo, y se da a conocer a través de la creación. A pesar de que la creación se asocia más a Dios Padre, la Trinidad entera participa de esa obra. El poder de crear es exclusivo de Dios. Jesús es Emanuel, Dios con nosotros. (Isaías 7:14)

Y acercándose Jesús, les hablo, diciendo, toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.  (Mateo 28:18-19) 

El Espíritu Santo, la promesa del Padre (Hechos 1:4) la fuerza para dar testimonio (Hechos 1:8) la misión apostólica está inspirada por el Espíritu Santo, Hechos (13:2) la prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama, Abbá Padre. (Gál 4:6) 

El Espíritu Santo trabaja en perfecta unión con el Padre Celestial y Jesucristo, y desempeña varias funciones para ayudarnos a vivir en rectitud y recibir las bendiciones del Evangelio. El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo, y revela la verdad de todas las cosas. Podemos recibir un testimonio poderoso del Padre Celestial y de Jesucristo mediante su poder.