¿QUE ES LA EXPIACIÓN?
Tal y como se utiliza en las escrituras
Expiar consiste en padecer el castigo por los pecados, por lo cual se eliminan los efectos del pecado y el pecador arrepentido puede reconciliarse con Dios, Jesucristo fue el único capaz de llevar a cabo la expiación por todo el género humano. Gracias a Su expiación todas las personas resucitarán, y quienes hayan obedecido su evangelio recibirán el don de la vida eterna con Dios. Por ser descendientes de Adán y Eva, todas las personas heredan las consecuencias de la Caída.
En nuestro estado caído estamos sujetos a la oposición y la tentación. Cuando sedemos a la tentación, nos distanciamos de Dios, y si perseveramos en el pecado, experimentamos la muerte espiritual, quedando separados de su presencia. Todos estamos sujetos a la muerte del cuerpo físico. La única manera de salvarnos es que alguien nos rescate. Necesitamos a alguien que satisfaga las demandas de la justicia, tomando nuestro lugar para asumir la carga de la Caída y pagar el precio de nuestros pecados. Jesucristo siempre ha sido el único capaz de hacer tal sacrificio. Desde antes de la creación de la tierra, el Salvador ha sido nuestra única esperanza de recibir¨ la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero. Solo Él tenía el poder para dar Su vida y volverla a tomar.
De María Su madre terrenal, heredo la capacidad de morir, y de su Padre Celestial e inmortal heredo el poder para vencer la muerte. El declaro; como el Padre tiene vida en sí mismo¨, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo¨ (Juan 5:26) Solo Él podía redimirnos de nuestros pecados, Dios el Padre le dio ese poder. El Salvador pudo recibir tal poder y llevar a cabo la Expiación porque se mantuvo libre de pecado. Como había vivido una vida perfecta y sin pecado, estaba exento de las exigencias de la justicia, podía pagar la deuda por aquellos que se arrepientan. El sacrificio expiatorio de Jesús se realizó en el huerto de Getsemaní y en la cruz del Calvario. En Getsemaní se sometió a la voluntad del Padre y comenzó a tomar sobre Si los pecados de todas las personas. Él nos revelo algo de lo que experimento al pagar el precio por nuestros pecados. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que
caían a tierra. (Lucas 22:44)